Rara normalidad

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Como decía, F. Nietzsche, más allá del bien y del mal así nos encontramos en la actualidad. En una terrible concatenación de fenómenos: Catástrofes, Crisis y Contagios. Por un lado, somos más temerosos y cautos, pero por otro, lo más preocupante, menos fuertes. Todo nos conduce a no pensar estratégicamente o con la vista relajada hacia el futuro.
Son momentos en que nos dejamos guiar mediante “avisos a navegantes” provenientes de gobiernos, incluyo al nuestro, y otros poderes sistémicos que no acaban de dar puntada con hilo temerosos como son de no sacar rédito político al impasse, no tener ajustados los presupuestos (ingresos básicamente) o bien estar en la cuerda floja parlamentaria. De ahí la necesidad de plantearse un nuevo “contrato social” alejándonos de eufemismos tipo nueva normalidad, cuando lo ideal sería ser normales de toda la vida. Al hilo de comunicación, verbal y no verbal, existente ahora se hace urgente abrir nuevas vías de entendimiento entre el gobierno, partidos políticos, actores económicos y la ciudadanía, obvio anotar, equilibrando los pesos de la balanza.
Alejémonos de posturas keynesianas o liberales. Seamos racionales y plantemos cara a la incertidumbre desde los valores intrínsecos del individuo libre, otra vez Nietzsche, que mide sus fuerzas sobrellevando las adversidades y aprovechándose de ellas para generar valores morales ad hoc a los tiempos corrientes. Calibremos los escenarios mediante opciones consecuentes e inmediatas:

  1. Redefiniendo el modelo de estado, estratégicamente, tanto interna como externamente para hacer frente al mundo y sus barreras, que no fronteras.
  2. Tutelando desde el estado a los emporios estratégicos, básicos y transfronterizos como el energético, el tecnológico, el sanitario, las comunicaciones, el logístico y la investigación.
  3. Coordinando bienestar y sostenibilidad haciendo inmanente el derecho a la sanidad y la educación pública, el respeto al medioambiente y la solidaridad global.
  4. Reconsiderando la “carga fiscal” hacia los sectores más improductivos con los valores sociales. Máxime si provienen de entes deslocalizados.
  5. Penalizando todo tipo de renta o salario, especulativo, mediante tasas o titulación en deuda pública perpetua.
  6. Reconduciendo la producción abasteciendo primero las necesidades nacionales y posteriormente las internacionales.
  7. Apoyando las reconversiones de sectores ineficientes a otros modelos inclusivos que incentiven el empleo y / o generen valor añadido limpio. Primando la economía de proximidad y el accionariado ético.
  8. Reconvirtiendo las cadenas de abastecimiento, producción y logística, nacionales, con menos eslabones y en base acuerdos con terceros países, socios, contemplando siempre el equilibrio de la balanza comercial.
  9. Fomentando tanto equipos como inversiones en industrias multiproducto, no especialistas, sino especializadas. Que afronten adversidades sin grandes demoras.
  10. Apoyando las asociaciones sinérgicas en todos los sectores para mutualizar riesgos, manteniendo la investigación y la mano de obra localizada.

Obviamente son opiniones trascendentes, en boca de muchos ciudadanos y por lo tanto carentes de refrendo institucional. Salvo que el gobierno de la nación haga el esfuerzo de contar con las bases y sus representantes en una gran coalición o pacto nacional que no tenga fisuras. Dicho esto, se podrían contemplar las siguientes opciones estratégicas a más largo plazo:

Generar tecnologías innovadoras, éticas, e independientes de dominios públicos o privados.
Asentar el estado de bienestar social equiparando con una renta per cápita, igualitaria y sostenible, de cara a las arcas públicas, a todos los ciudadanos.
Fomentar en todas las actividades económicas el trabajo a realizar nunca ponderar sobre lo realizado. Mas valor añadido y menos rutinas.
Implementar portales de transparencia con sectores terciarios, asociaciones profesionales e inversores junto con el estado y su gobierno. De cara a fomentar la excelencia financiera y no la especulación no productiva.
Comprometernos con nuestros socios comunes en bases tecnológicas y el desarrollo sostenible. Optimizando las finanzas a nuestra disposición.

Muchos puntos quedan en el tintero y otros apenas los hemos esbozado no es que suene vacío o iluso. Sino que simplemente el esfuerzo ha de brotar de las conciencias democráticas y sus instituciones. El problema sea quizás, como de costumbre, un exceso de confianza.